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La falacia ecológica.

Trata sobre un tipo de error basado en la mala interpretación de los comportamientos de las personas, donde los grupos que muestran las mismas características, dan pie a determinados estereotipos alimentando un tipo de falacia ecológica por pertenecer a ese grupo. Se suele aplicar falazmente alguna característica típica del grupo. En un ejemplo muy actualizado sobre el género masculino.
La educación patriarcal es meramente social sin darnos cuenta que tendemos a etiquetar el comportamiento de toda la esfera varonil, denominándolos en muchos casos con atributos despiadados. Sin estudiar ni apartar individualmente a el individuo y sus diferentes e únicas estructuras psíquicas. Sin miramiento en muchos casos, se juzga aplicando adjetivos de forma despiadada tanto maltratador o machista simplemente por pertenecer a la figura masculina.
La invitación ante una socialización de género, conjuntamente con un futuro lleno de respeto aprender a convivir sin enfrentamientos, derrotando esa situación patriarcal implantada con un buen programa de dialogo sin dar paso a esa la falacia.
Mediante el legado de Pinillos y una estable psicología ecológica, con pautas de aprendizaje y asociación dirigidos primero hacia el amor por uno mismo. Saber decir “No” sin enfrentamientos, dejar ir lo desgastado y buscar situaciones nuevas por el bien de nuestra salud, sin tener en cuenta que el no saber gestionar estas situaciones, provocan y engordan tanto el malestar como situaciones violentas.
Desde esta psicología ecológica invita a no etiquetar, ni juzgar a ninguna persona por pertenecer a un grupo, a esa falacia ecológica de la que hablamos, no tienen por qué estar todos los grupos movidos por etiquetas exageradamente generalizadas. Ver la realidad de ciertas ideas donde el molde es social y no personal.
Realicemos una revolución ante las etiquetas y enseñemos a caminar con paso firme, nutriendo ecológicamente los niveles sociales desde barrios pobres donde nadie invierte un mínimo de tiempo para mostrar quienes somos, “meras esponjas sociales”. Cambiemos de una vez por todas esas conductas, enseñando de donde vienen y el motivo por el cual se llevan a cabo. Analicemos las palabras como maltratador, pero también nombremos de donde procede y el motivo por el cual ese individuo se hace y lo hace.
Ayudemos a que entiendan por qué realizan ciertos actos e ir cambiándolos, desde el origen de esos comportamientos sociales.