La indecisión
Tanto para el hombre como mujer el móvil del deseo es el trueque de aquello que el otro no tiene. La dimensión de la falta gobierna las relaciones e inversamente este reconocimiento de falta es saber comprender y tratar simplemente nuestras limitaciones. Lo cual permite comprender la circulación del deseo entre hombre y mujer.
El hombre se presenta a la mujer en la dimensión de no tener algo que ella tiene y la mujer se presenta de igual dimensión. La falta de este reconocimiento, marca el afán sobre una búsqueda constantemente un ideal ficticio.
Esa búsqueda, conduce a una constante persecución, suplantando ideales de perfección erróneos, atormentando sin descanso y alimentando cierta histeria interna. Suele producir manifestaciones sintomáticas entre una de ellas la más impresionante, la indecisión permanente a cualquier cosa.
La tiranía de esta indecisión es simplemente que nada será jamás suficientemente bello para neutralizar la huella de las imperfecciones, llevando a continuas manifestación sintomáticas en el momento de tomar cualquier decisión hasta en cosas comunes de la vida cotidiana, como por ejemplo: ” la elección de un dentífrico”. Tanta demora en elegir lo adecuado a la larga termina por desgaste y fatiga escogiendo lo inadecuado llevando una carrera de incertidumbre, dudas y arrepentimientos.
Las vacilaciones culminan en la elección de un compañero amoroso de una forma desesperada, (estando, pero… sin estar) con la persona elegida. Desanimados en el deseo y una constante insatisfacción. Sintiendo otra manifestación sintomática más: “ La culpa” ya que estos actos se someten a la convicción permanente de: “ no encontrar la persona deseada pues la vida es así imperfecta” lo cual conduce a vivir en una continua insatisfacción.